Las religiosas y religiosos saben dónde están las trabas y los firmes
nudos que urge desatar en la Iglesia; debemos ponernos de pie y
conseguir una Iglesia que lleve al encuentro con Jesucristo. Tenemos
que pasar de ser parte de la crisis y del problema que vive la comunidad
eclesial a ser parte importante y decisiva de la solución del mismo. Es
urgente proceder. En la historia de la vida consagrada la constante de su
aporte ha sido y es hacer que la Iglesia y la sociedad, cuando viven tiempos
difíciles, vuelvan al evangelio. El camino para lograrlo y la motivación para
echar a andar hasta la meta a la que hay que llegar son el contenido de las
páginas de este nuevo número de Testimonio.