Para hablar de Dios primero es necesario antes hablar con Dios y a Dios y ser capaces de escuchar todo lo que Él nos dice. Eso es oración. Así juntamos realidades tan humanas y humanizadoras como el silencio, la acogida, el diálogo y el compromiso y todo ello en el encuentro maravilloso entre el ser humano y Dios. El cultivo de una buena relación con Dios es condición indispensable para la supervivencia del cristianismo y para la construcción de un humanismo digno del ser humano de nuestros días.
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